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28 octubre 2007




“Che” Guevara Icono Revolucionario (1928-1967)
Era respetuoso y humanitario
AFP
La Habana.- Ernesto Che Guevara tenía un singular sentido del humor y su carácter era una mezcla de sinceridad, ternura, austeridad y exigencia, según recuerda quien fuera asesor del guerrillero argentino, al cumplirse cuarenta años de su captura y ejecución en Bolivia.
El cubano Orlando Borrego, quien a sus 71 años se desempeña actualmente como asesor del ministerio de Transporte, describió su primer encuentro con el Che durante una entrevista con AP.Entonces el cubano era un estudiante y decidió unirse a la lucha contra Fulgencio Batista, dictador derrocado en 1959 por un ejército rebelde encabezado por Fidel Castro, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y Guevara.Relató que el primer comentario del Che cuando se conocieron fue: “Ustedes los estudiantes no son buenos combatientes''. El joven se molestó y al percibirlo el argentino agregó: “No te enojes es una broma''.Borrego, entonces gran fumador, encendió un pitillo de marca americana después de comer, olor que el Che enseguida identificó y exclamó: “¡Estudiantico y además burguesito fumando cigarros americanos!''. No pudo contener la risa al recordar la anécdota que consideró como determinante en su relación con el Che. Borrego ejerció el cargo de viceministro primero cuando Guevara estaba al frente del ministerio de Industria.Entonces Guevara buscó el crucifijo, lo encontró en manos de un soldado cubano y regreso hacia el joven para devolverle el crucifijo. El rostro del muchacho se iluminó mientras le daba las gracias al Che.General recuerda cómo lo capturó Santa Cruz.- El general boliviano Gary Prado relata que cuando capturó a Ernesto Che Guevara hace 40 años, el guerrillero no sólo se rindió sino que le insistió en que era más útil vivo que muerto.
“No disparen, soy el Che'', dijo el combatiente argentino cuando la patrulla que comandaba el entonces capitán Prado se acercaba a un objetivo guerrillero en la selva boliviana, según recuerda haber escuchado claramente el ahora general retirado en una entrevista con la AP. Los militares no dispararon, y el Che salió entonces de entre la maleza.
”Yo valgo más vivo que muerto'', le dijo Guevara a Prado cuando este lo conducía hacia La Higuera, un pueblo ubicado a 155 kilómetros al sur de Santa Cruz donde al día siguiente iba a ser ejecutado por orden del Gobierno boliviano.
“Estaba muy deprimido y preocupado por su futuro'', señala el militar, de 68 años.
“Siempre me preguntan: ¿Y qué sintió cuando se vio frente al Che?', como si yo fuera a decir: “Guau, aquí me encontré frente a Superman... sentí pena, me daba lástima''.
Ahora, desde la silla de ruedas en que se moviliza, tras un accidente hace 26 años, sostiene que “el Che fue engañado por (Fidel) Castro'' y que “no tenía dónde ir''.
Dijo que esa conclusión a la que llegó en esa época “fue confirmada por Benigno y otras fuentes''.Prado actualmente es profesor de varias universidades de Santa Cruz, en relaciones internacionales, política y economía. Fue ministro de Estado, en un gobierno de transición que condujo a Bolivia de retorno a la democracia. Fue diplomático, entre otros cargos ocupó la embajada boliviana en México.Fray Betto: Era un "San Francisco de la política"
AFP Río de Janeiro.- Ernesto Che Guevara sedujo a católicos brasileños como el fraile dominico Betto, que consideraba al guerrillero un "San Francisco de la política" y siguiendo sus pasos apoyó la lucha armada contra la dictadura brasileña.
"El Che era nuestro paradigma revolucionario", dijo a la AFP fray Betto, una de las figuras emblemáticas de la Teología de la Liberación nacida en los años 60 en América Latina pregonando que los católicos se involucraran en las luchas sociales y políticas.
"Para nosotros era un San Francisco de la política pues había renunciado al poder en Cuba y lleno de hambre por justicia se metió en la selva del Congo y luego en Bolivia para liberar la patria grande latinoamericana", añadió.El religioso de 63 años fue detenido en 1969 y pasó cuatro años en la cárcel por estar vinculado junto a otros frailes dominicos a un grupo izquierdista alzado en armas contra el régimen militar instaurado en 1964.Un campesino boliviano rememora la muerte del Che a 40 años del hecho
AFP La Higuera.- "Vino para ayudarnos y cayó en una trampa", dice Manuel Cortez, un campesino boliviano de La Higuera que no olvidará jamás su encuentro con el Che poco antes de que fuera capturado y ejecutado en la escuela de su pueblo, hace 40 años.
Cortez, un productor de maíz de 63 años, es uno de los pocos habitantes del pueblo que permanece aún con vida de aquellos que se encontraron con Ernesto "Che" Guevara, quien pasó 11 meses en la selva del sudeste boliviano tratando de encender un foco revolucionario en América del Sur.
"No conocíamos realmente a los guerrilleros en esa época, teníamos miedo. El ejército nos decía que iban a quitarnos las tierras", explica a la AFP este hombre delgado y de cejas pobladas.
El 26 de setiembre de 1967, el Che irrumpió en el pueblo y presentó a sus compañeros de armas.
"La gente huyó cuando llegaron. Me dijo 'Soy el comandante Che Guevara, no venimos para matarlos, venimos a compartir", cuenta Márquez, que se acuerda de "su mirada fuerte" y sus crisis de asma que le impedían hablar.
Tranquilizados, los habitantes del pueblo se acercaron y terminaron comiendo un lechón a las brasas junto a los guerrilleros.
Un poco más tarde ese mismo día, un combate dejó tres rebeldes muertos. El Che logró huir montado en una mula.
El 7 de octubre, la víspera de la captura de Guevara, el campesino se acuerda de la llegada de 1.800 soldados al minúsculo caserío de La Higuera, ubicado en el medio del monte.
"Sabían por donde iba a pasar el Che y habían preparado una emboscada", cuenta Cortez.
Al día siguiente, el ejército aniquiló a la guerrilla tras emboscarla en la Quebrada del Yuro y capturó al Che, herido.
Cortéz se acuerda de cuando los militares lo trajeron: "Tenía una herida en la pierna, con la mirada triste y el pelo despeinado".
"Los soldados festejaron, se emborracharon con cerveza", y "me acuerdo de uno que dijo al otro: lo matas tú o lo mato yo", cuenta.
El 9 de octubre se escucharon "varias ráfagas de ametralladora" que venían de adentro de la escuela donde tenían detenido al guerrillero. "Me di cuenta que habían matado al Che, corrí y lo vi, con la sangre saliendo del pecho, los soldados saltaban de alegría, se abrazaban", dice Cortez.

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